Carlos García le paga favor a Oseguera con un pozo en FIPASI

Desde que Carlos García fue separado de Acción Nacional por tener cero en conducta, Ricardo García Oseguera lo adoptó como su “mascota politica” y lo contrató como empleado en Cudimex y otros de sus tentáculos empresariales con los que pudo meterse como operador al morenismo guanajuatense.

Ligado al zacatecano Ricardo Monreal, García Oseguera movió todas sus fichas para conseguirle la candidatura a la Presidencia Municipal de Silao a un arruinado y apolillado Carlos García. Corrían los primeros meses de 2018 cuando Oseguera le dijo a Carlos García —en su despacho de la zona peatonal de León, cerca de la calle Madero— que ya estaba cerca de poder convertirlo en el candidato a la Alcaldía por el partido MORENA. Y finalmente sí le hizo el favor.

Carlos García vestía trajes desgastados y de colores apagados —de tanto usarlos una y otra vez—. Se veía fatigado y no se daba el lujo de tener escoltas ni asistentes ejecutivas en sus reuniones. Sólo lo acompañaba un par de personas que venían de Sinaloa. Carlos García, el empleado de Oseguera, perdió la contienda electoral de 2018 ante el entonces vivaracho panista Toño Trejo. Con más «abrazo de banqueta» que cualquier otra cosa, Trejo ganó fácilmente y sin despeinarse, ya que Carlos García se veía demasiado viejo y casi no tenía cabello en la coronilla, una imagen poco agradable para el electorado.

Pero Ricardo García Oseguera no se daría por vecino y buscó la revancha para su “muchacho”. En el 2021, el morenismo supo capitalizar el declive de la Administración encabezada por Toño Trejo y la inexperiencia-timidez del entonces candidato panista a la Presidencia Municipal, Alejandro Peña Gallo. Carlos García ganó por un “piquito”, pero ganó. Para poder ganar, aprovechó esa combinación de amargura y decepción que la ciudadanía venía arrastrando por la ausencia de sus autoridades municipales (y el video en el que gritaba desaforado “¡Ya basta!” así lo demostró).

En cuanto ganó, Carlos García se olvidó de ejercer el rol como gobernante e hizo un pésimo trabajo como Alcalde-Mirrey, dejando a la ciudad sucia e insegura. Se olvidó por completo de la mancha urbana y se dedicó a cazar votantes en las comunidades. Se le olvidó que llegó apoyado por ex panistas y que le debía un gran favor a su patrón Oseguera, pero los golpes y las rencillas le refrescaron la memoria.

A pesar de su pésimo y decepcionante papel como el primer (y quizá único) Alcalde morenista de Silao, Carlos García volvió a recibir la bendición de Oseguera. Apadrinado una vez más por Ricardo, Carlos se lanzó como trapecista por el sueño llamado reelección. Sin embargo, la soberbia lo cegó. Lo apoyaron panistas como Toño Trejo y Jorge Galván, se veía invencible, recurrió el clásico truco del viejo mitin retacado de empleados municipales acarreados y contrató «sicarios digitales» para atacar al panismo. Nada de eso le valió. Perdió como la Selección Mexicana de Fútbol en la Copa América: de la manera más vergonzosa que menos imaginó. Ni sus mercenarios lo creían.

Tras la dolorosa derrota, Oseguera le cobró el favor de apadrinarlo tres veces (2018, 2021 y 2024). Y Carlos García, arruinado y apolillado de nuevo, tuvo que concederle el deseo de renovarle por 25 años la concesión de un pozo agrícola localizado dentro del parque industrial FIPASI, propiedad de Oseguera, su patrón. Para calmar las furiosas tempestades que provocó su caída, Carlos García fraguó el pacto corrupto con ediles cuya voluntad se hizo frágil ante el influjo de Ricardo García Oseguera.